De las profundidades de la Sierra Madre Occidental, el «tuchi» o «tutsi», (destilado de agave), es uno de los tesoros de la cultura wixárika.
A finales del siglo XIX, el etnógrafo noruego Carl Lumholtz recorriendo la sierra del Nayar, descubrió con sorpresa como los huicholes empleaban un método sencillo para destilar cabezas machacadas y fermentadas de una planta semejante al agave (sotol, Dasylirion wheeleri).
Gracias al uso de ollas y al horneado del sotol en vaporeras, se condensaba el tuchi, licor suave listo para su consumo inmediato.
El «tuchi» es una bebida fermentada que se prepara a partir de magueyes tatemados. El pueblo indígena huichol lo utiliza por lo general, en las festividades que cubren el ciclo agrícola.
En la actualidad se prepara realizando una excavación de 1 metro de diámetro por 70 cm de profundidad. Se colocan piedras y leña en el fondo del hoyo hasta calentarlo. Posteriormente se colocan pencas de maguey, que durante la noche se voltean de un lado a otro para que se tatemen, luego se sacan las pencas y se trituran con palo y piedra. El producto se vacía en un cuero de vaca preparado en forma de balón, llenándolo de agua.
Se espera una semana hasta que el líquido fermente y posteriormente se deposita en un aro elevado con base, mismo que se puede sustituir con una lata vacía de 19 litros, colocando sólo el bagazo, zacate alrededor de éste y hojas de plátano por encima. El líquido se calienta para después vaciarlo en un cazo colocándole a éste un tubito hecho de carrizo, de modo que el vapor que se va formando se deposite en un recipiente. El líquido resultante es el tuchi.
Y tú, ¿ya lo probaste?